Raúl Vegas Morales
El mensaje a la nación del presidente Kuczynski en su primer aniversario de gobierno no tuvo alma. Alejado de la autocrítica (salvo la breve mención al enfriamiento de la economía) y sin perspectivas de futuro, sólo generalidades que no llenan la actual falta de liderazgo ni el desasosiego de los principales sectores sociales.
Un discurso presidencial por fiestas patrias debería ser básicamente político, autocrítico en sus limitaciones pero sin dejar de infundir esperanza, prospectar. Claro que para ello se requiere un diagnóstico integral del país que al parecer el gobierno no tiene.
Tampoco abordó con firmeza a la oposición, a veces irracional, de la mayoría legislativa. Contrariamente, presentó un grupo de proyectos indicando que fueron coordinados previamente en la reunión con Keiko Fujimori, como para congraciarse con la irracionalidad.
Para bajar la efervescencia social y evitar que se convierta en desborde, debió especificar la actual problemática en los sectores educación y salud. Ni una mención a las huelgas de hace varias semanas, ni un viso de solución, flagrante desconexión con la realidad.
Kuczynski, con la enorme experiencia de gobierno que carga sabe, o debería saber, la importancia de los gestos en política. Decir que ya se aumentó el 16% de sueldo a los maestros y que luego se les hará un aumento similar no va aquietar las aguas magisteriales que tienen demandas concretas.
Salvo algunos chispazos como la socialización del agua, de la generalidad del discurso se desprende que las prioridades de este gobierno se encuentran alejadas de las prioridades de las mayorías; se tiene como santo patrón intangible al modelo económico que bajo el paraguas de la libre empresa permite todos los abusos del mercado que en la forma de escándalos son denunciados periódicamente por la prensa.
Respecto a la corrupción generalizada, solo mencionó el caso Lava Jato para decir que fue un “contratiempo imprevisto”, lamentándose que se hayan cancelado importantes contratos que generaban empleo. No zanjó con firmeza con la corrupción sistemática. En fin, generalidades que no presagian que saldremos del pozo de desgobierno en que estamos entrampados.