«OSCORIMA ESTÁ TOTALMENTE DESPRESTIGIADO Y DESLEGITIMADO”
Omar Rosel/Noticias Ser
El fallo de la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema de Justicia, sobre la casación 026-2016, ha permitido la liberación del gobernador suspendido de Ayacucho Wilfredo Oscorima, librándolo de toda responsabilidad en la compra irregular de maquinarias que realizó el Gobierno Regional de Ayacucho (GRA) en el 2011 por un valor de 20 millones de soles. Esta decisión judicial ha generado reacciones a favor y en contra en Ayacucho porque Oscorima volverá en el más breve plazo a dirigir los destinos de la región. Sobre este complejo escenario, Noticias SER, conversó con Jefrey Gamarra, historiador, docente del Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga y analista político.
¿Cómo calificaría la decisión adoptada por la Sala Penal Nacional de la Corte Suprema de Justicia, que deja libre a Wilfredo Oscorima?
Es difícil calificar, porque finalmente es una decisión del Poder Judicial, pero es lamentable y de otro lado, hay antecedentes de fallos a favor o en contra de Oscorima. Recordemos la situación generada en las elecciones del 2014 donde la agrupación política de Oscorima tuvo un veto de parte del Jurado Especial Electoral de Huamanga que en aquel entonces estaba a cargo del actual Presidente de la Corte Superior de Justicia de Ayacucho, Cesar Arce Villar. Si bien la decisión de Arce estuvo muy bien fundamentada, el fallo se arregló en Lima a nivel de las instancias superiores del Jurado Nacional de Elecciones. Entonces, hay motivos para dudar de este tipo de fallos.
Entonces, ¿se puede decir que tiene sentido los comentarios de un sector de la población de que tras este fallo judicial -que favorece a Oscorima- hay indicios de presunta corrupción?
Es difícil demostrar con evidencias o indicios de que hay corrupción. Pero el asunto es que finalmente por sus obras los conocemos, por ello yo creo que en el caso de Oscorima simplemente hay que remitirse a sus obras para darse cuenta de cómo se ha movido este señor.
¿Cuál es el escenario que se vive en Ayacucho tras la liberación de Wilfredo Oscorima?
El escenario hay que verlo en dos niveles. Primero a nivel del gobierno regional de Ayacucho, cuya crisis se agrava independientemente de si vuelve o no vuelve el Oscorima, ahí hay un problema de institucionalidad. Hay un segundo plano y es que la liberación de Oscorima evidencia que desde la ciudadanía ayacuchana no hay mayor reacción, porque quienes rápidamente han reaccionado y saludado la liberación de su líder ha sido este grupo de seguidores de Oscorima, que han salido en manifestación a las calles. Pero de parte de la población organizada no hay ningún pronunciamiento. Hay voces de indignación, que se puede ver en redes sociales o intervenciones en la radio y televisión, pero creo que una vez más estamos viendo un Ayacucho incapaz de organizarse y de dar una respuesta social y política a la crisis que estamos viviendo con la liberación de Oscorima.
¿No se podría esperar un contexto de polarización en la región a pesar que Oscorima, al parecer, viene a cobrar revancha a sus adversarios políticos?
Habría un contexto de polarización si por un lado tuviéramos una fuerza social organizada capaz de protestar contra la vuelta de Oscorima y por el otro lado un Oscorima con sus huestes tratando de imponer y plantear venganzas. Pero lo que vemos es a cada uno por su lado, un Oscorima y sus seguidores moviéndose y por el lado social de las agrupaciones sociales, de los gremios y de la población, así como sectores sociales sin ninguna reacción. De este lado solo vemos voces flotantes y no hay una polarización. Este escenario de no polarización es inédito en el caso ayacuchano, porque finalmente cualquier cosa sucede y la población termina diciendo que esto me indigna, pero no voy a hacer otra cosa más. Vemos a una población ayacuchana muy estigmatizada, que está absolutamente desgastada y que cualquier protesta podría ser interpretada desde otros sitios como proterrorista o del Movadef. Entonces la crisis regional también muestra la crisis de los movimientos sociales en Ayacucho y también cuenta el efecto de la postviolencia.
¿Consideras que el contexto que se viene en Ayacucho, en los próximos meses, permitirá que Oscorima culmine de forma adecuada su periodo de gobierno?
El gran problema de Oscorima es que su imagen está totalmente debilitada y no es la población organizada la que le va a bloquear. Por ejemplo, es el propio gobierno central y otro tipo de instituciones que simplemente van a ver a Oscorima como un apestado. No creo que el presidente Pedro Pablo Kuczynski haga una alianza con Oscorima en estos momentos, no se atrevería a hacerlo. Y determinadas instituciones como la universidad de Huamanga tampoco, porque Oscorima está totalmente desprestigiado y deslegitimado, Oscorima en estos momentos no tiene legitimidad política. El problema para Oscorima no está en la resistencia que pueda encontrar de un movimiento social organizado en Ayacucho, sino está en el desprestigio y en el carácter, algo así como, tóxico de su presencia en el gobierno regional.
¿Crees que el caso de Wilfredo Oscorima, es un hecho que impacta negativamente en las aspiraciones de la descentralización?
Yo creo que esté es un hecho totalmente negativo para la descentralización, algunos especialistas han señalado que este tipo de problemas terminan afectando totalmente al proceso de descentralización. Si la descentralización ya era un problema, porque ha tenido un avance en lo político, pero con muy pocos logros; entonces la descentralización con corrupción y gobernantes como Oscorima y con varios gobernadores regionales encarcelados, simplemente está debilitada. Este es un golpe tremendo al proceso de descentralización. Y como en nuestro país las opiniones van en el sentido de que “ahí pues esos serranos no saben elegir a sus funcionarios”, porque este país funciona así con discriminación, entonces se estigmatiza la descentralización.
¿Cuál es el impacto y cómo se está viendo desde la región Ayacucho el caso de Odebrecht y los hechos de corrupción de hasta tres gobiernos de turno?
Bueno creo que los peruanos y los ayacuchanos al igual que el resto del país pasamos de la indignación con mucha facilidad a la indiferencia. Y esa expresión de “todos roban, entonces que se puede hacer”. Entonces después de la indignación que se ve en las redes sociales, en los diversos medios de comunicación, se pasa con facilidad a la fase de indiferencia. Al final la gente dice “no me importa, finalmente los peruanos somos así” y eso es terrible para una democracia y un sistema democrático que quiere luchar contra la corrupción.