Raúl Vegas Morales
Margaret Michell escribió en su preciosa novela “Lo que el viento se llevó”, que hay dos momentos en los que es fácil enriquecerse, cuando una sociedad se está destruyendo o cuando se está construyendo. Lo que definió para un país en guerra se puede aplicar en cualquier otro momento. Un ejemplo es el terremoto de Pisco del año 2007 que destruyó 76 mil viviendas en Pisco, Ica, Chincha, Tambo de Mora y poblaciones circundantes y dejó miles de damnificados. También nuevos ricos.
Ante la dimensión del desastre, el pueblo peruano mostró su solidaridad concentrando la ayuda en el Estadio Nacional en caso de Lima, las provincias enviaron la ayuda de manera directa a las zonas afectadas. La ayuda internacional fue amplia, cientos de toneladas desde países ubicados en diversos continentes: Turquía, Taiwán, Japón, Cuba, Estados Unidos, Panamá, México, Francia, Bolivia, Italia, Argentina y muchos otros enviaron carpas, medicinas, alimentos, material médico, dinero en efectivo.
Alan García, entonces presidente, decretó la emergencia y creó una comisión denominada “Fondo de reconstrucción del sur” conocida como FORSUR, designando como presidente a su amigo Julio Favre para que administre los cientos de millones. Diez años después aún hay obras sin concluir y nunca se rindió cuentas. Huelga decir que muchos deben ser los que enriquecieron ilícitamente con el dinero destinado a los damnificados.
El antecedente ha llevado al presidente Kuczynski a evitar la declaratoria de emergencia generalizada para no “abrir las puertas a la corrupción”. Pero ¿quiénes abren las puertas a la corrupción? Pues quienes contratan corruptos, aquellos que repiten que “todos son corruptos”, que “todos roban”. Tratan de generalizar para relativizar su propio accionar.
Se requiere cambiar la mentalidad colectiva hasta conseguir una sociedad mayoritariamente ética. La ética es un imperativo de este siglo, es necesaria en todos los campos de acción, desde las actividades domésticas hasta decisiones de estado. Una persona ética es la que actúa correctamente cuando nadie la está viendo, con independencia de criterio, basada en normas y leyes.
La persona ética está al otro extremo de la corrupta. La base de la ética es la educación, la formación en valores a partir de la niñez. Es un largo camino por recorrer, pero hay que dar el primer paso, poner las bases de un nuevo Perú que quizás muchos no lleguemos a ver, pero será la herencia de esta generación en la creación de una nueva conciencia social donde el trabajo y no las coimas sean fuente de riqueza.