Raúl Vegas Morales
La sociedad desigual en que vivimos no es producto del azar. No se formó así por designio del destino ni porque Dios lo quiso como dicen algunos; las diferencias sociales han sido construidas meticulosa y conscientemente por las clases dominantes. Al iniciarse la república por los herederos de la casta española que depredó el Perú por 300 años, luego por una clase política incapaz, sin identidad, que se enquistó en el gobierno auspiciada por el poder económico.
Las herramientas de dominación son varias. En el aspecto social podemos destacar la educación, la cultura, la religión y los medios de comunicación. La educación enseña y la cultura orienta, mediante la manipulación pueden mantener a la sociedad en la ignorancia; la religión apela al miedo natural a lo desconocido y los medios de comunicación crean corrientes de opinión afines a sus auspiciadores.
Durante muchos años se ha encasillado la educación dentro de lo que le conviene a la clase económicamente dominante, desde la historia segmentada y parcializada hasta la obligatoriedad de una creencia religiosa. Si leemos a Manuel Scorza, Ciro Alegría, César Vallejo, José María Arguedas y otros escritores que tratan sobre el indigenismo en el Perú vemos una coincidencia: los hacendados prohibían que “sus indios” se eduquen, “eso es lo que nos diferencia de ellos” decían. Pero eso sí, los obligaban a creer en Dios y cumplir con los cultos bajo penas de azotes y sanciones.
Cuando se masificó la educación por presión social, se la mantuvo dentro de lo estrictamente necesario. Gracias a los avances tecnológicos ahora es difícil ocultar mucho. Pero existen los otros medios de opresión.
Los que se “meten con tus hijos” son los que hacen de la homofobia una ideología, los que quieren mantenerlos encasillados en la ignorancia, los que necesitan una sociedad asustada, sumisa, racial, dispersa, donde el uso de las libertades tenga un límite: el del interés económico de los que reparten el jamón. Para eso necesitan que hombres y mujeres tengamos roles e intereses diferentes, que veamos a los demás con desconfianza.
Los que se meten con tus hijos son los partidos que han hecho de la política un negocio, que preñan políticos ladrones e incapaces de esbozar proyectos a favor de la niñez desvalida, de la juventud desocupada. Los que se meten con tus hijos son los medios de comunicación masiva con la difusión de programas huecos, para desviarlos de la participación activa en la sociedad. Los que se meten con tus hijos son los pedófilos amparados por el sector radicalmente conservador de la iglesia que representa Cipriani.
Quienes se meten con tus hijos son los pastores de las iglesias evangélicas que exigen diezmos y primicias, el 10% de tus ingresos mensuales como un medio de ganar el cielo, quitándoles el pan de la boca para enriquecer al pastor. Todos ellos son los que temen que el conocimiento y la igualdad se masifiquen, porque saben que esa es la clave de la libertad.