Mario C. Zenitagoya Bustamante
Dicen que para opinar en política, hay que leer y pensar con la cabeza y no con el hígado. Al fallecer una figura singular, causa impacto y es lo que ha sucedido con la muerte del líder cubano Fidel Castro Ruz.
No necesariamente uno tiene que ser “comunista” para tomar en cuenta el nombre del líder de la revolución cubana y hasta donde ha sido su influencia de sus ideas políticas.
La discusión sobre el comunismo ha sido permanente (y lo seguirá siendo). Hay quienes consideran que la sociedad sin clases es imposible (siempre algún grupo ostentará poder; en el caso del comunismo, serían los burócratas). Por otra parte, muchos creen que el capitalismo y su afán de ganancia es el único sistema que promueve el desarrollo económico (…).
Personajes de hoy en día se pronuncian sobre la muerte del ex presidente cubano. Entre ellos, del recalcitrante derechista y racista Donald Trump que califica de “que un brutal dictador. Oprimió a su pueblo y que deja legado de robo y pobreza”; quien ha llegado a la Casa Blanca, olvida que durante la dictadura de Fulgencio Batista el pueblo cubano sufría hambre, miseria, corrupción y analfabetismo al 100%. Dicha isla era la “prostituta” de los magnates norteamericanos que invirtieron en hacer realidad grandes salones de juego y prostíbulos avalando al dictador. Olvidan los liberales y “demócratas” de estos tiempos que en Cuba se violaron vilmente los derechos humanos y quienes huyeron de dicho lugar(los gusanos), luego de la victoria de la revolución cubana para afincarse en Miami, con apoyo de gobiernos norteamericanos intentaron retomar sus privilegios que lo ostentaban antes de la llegada de Fidel Castro.
Nuestro país, en el gobierno de Manuel Prado rompió relaciones diplomáticas con el “país comunista” a pesar de ello, figuras como Haya de la Torre y Mario Vargas Llosa felicitaban públicamente al gobierno Castrista que había puesto el punto final de la presencia yanqui y la consiguiente expoliación que sufrían los cubanos. El hoy reconocido y criticado Nobel de Literatura que funge ser un liberal acérrimo, dice que a “Fidel Castro no lo absolverá la historia”. Todo lo contrario como lo señala en un artículo el periodista cubano de Carlos Aznárez.
“Se ha marchado el hombre que dijo al mundo que la deuda de los países pobres era impagable por ilegítima. El que propuso soluciones para cuidar y defender el medio ambiente, y encarar gigantescas iniciativas en educación y salud para su pueblo y de manera solidaria hacia el resto del mundo.
“Después de Dios, Fidel”, dijo emocionado un agradecido ciudadano de Haití, al defender las misiones médicas y alfabetizadoras del gobierno cubano llegando allí donde nadie se atrevía. Cuando nombremos a Fidel como líder político debemos recordar que nunca nos falló porque bajo su dirección, su pequeño país (100 000 km2, 11 millones de habitantes) pudo conducir una política de gran potencia a escala mundial, echando hasta un pulso con Estados Unidos cuyos dirigentes no consiguieron derribarlo, ni eliminarlo, ni siquiera modificar el rumbo de la Revolución cubana y finalmente, en diciembre de 2014, tuvieron que admitir el fracaso de sus políticas anticubanas, su derrota diplomática e iniciar un proceso de normalización que implicaba el respeto del sistema político cubano.
No necesariamente uno tiene que ser comunista para reflexionar sobre hombres que hacen e hicieron historia. Tenemos que aprender a reconocer sus méritos aún a costa de lo que los pregoneros del capitalismo salvaje digan y hurguen su vida privada y no sus ideas políticas.