Raúl Vegas Morales
Al dejar de asistir al Consejo de Estado, Luz Salgado, presidenta del poder legislativo, demostró que primero están las disposiciones de su jefa de partido, después su grupo político y por último el país. El tema a tratar no era cualquiera, era la corrupción que corroe la institucionalidad nacional y se ha enquistado en todo el estado.
Cierto que para el fujimorismo la corrupción es un tema muy sensible. Es posible que la sola palabra los desespere, como al nazi Hermann Göring desesperaba la palabra “cultura”. Trauma psicológico le llaman. Debe ser porque la corrupción está inscrita en la partida de nacimiento de dicho partido político y los lleva indefectiblemente a rememorar su pasado en la década 90, a las salitas del SIN, a su líder preso y a su asesor principal negado más de tres veces.
Aunque al fujimorismo no se le puede atribuir el inicio de la corrupción ni mucho menos, tampoco se le puede negar la patente que la hizo más recreativa, más vistosa, filmadita y con los protagonistas de cara al sol para que todos los conozcan. Una corrupción que a la vez era respaldada por diarios chicha, donde los ideólogos del partido destilaban toda su intelectualidad.
Entonces es natural la nostalgia de Salgado (al recordar su época de oro cuando controlaban ejecutivo, legislativo y judicial), que la lleva a sentir la vergüenza de haber sido escort frankfurt y el dolor de ya no ser, como dice el tango. En esas condiciones, asistir a un Consejo de Estado para hablar de corrupción iba a ser la rememoración de su novela más triste.
Es que la señora no se percata que las sólidas bases amorales cimentadas en los 90 no pueden ser derruidas con la indiferencia del congreso. Es necesario mandar mensajes claros escort berlin a los corruptos, que el estado tiene vocación para limpiarlos, que los va a perseguir, que la lacra debe ser erradicada como condición para el desarrollo del país. La indiferencia del congreso no le hace ningún bien a la moral peruana.
Tampoco es una buena jugada política. La precepción que se lleva el elector es que al fujimorismo no le interesa combatir la corrupción. Es posible que muchos de los partidarios fujimoristas estén en desacuerdo con la actitud de Salgado, sobre todo quienes han escort hamburg creído honestamente que ese partido había cambiado. En momentos que se requiere la participación de todos, la indiferencia es traición.