Jaime Antezana Rivera. (Artículo escrito el 2014)
Los dos últimos viajes realizados a la ciudad de Huamanga, capital de la región Ayacucho, ha permitido obtener antiguos y nuevos rasgos del rostro del narcotráfico en esta ciudad de las 33 iglesias. ¿Cuáles son los principales hallazgos de esta investigación? ¿Qué nuevos elementos caracterizaron y caracterizan la presencia del narcotráfico en esta ciudad donde nadie habla de narcotráfico? Veamos sumariamente, con cargo a ampliarlos posteriormente.
En primer lugar, según dos testimonios de ciudadanos huamanguinos antiguos, en esta ciudad se empezó a procesar pasta básica de cocaína (PBC) desde los primeros años de los 70 y se extendido hasta 1983, ya en pleno ascenso del accionar de Sendero Luminoso, que relativo e invisiblizo al narcotráfico en la capital de la región Ayacucho.
El primero, observo varias pozas en una casa vecina a la suya. “Me di cuenta que se elaboraba pasta por el olor que salía de esa vivienda. Eso, más o menos, lo detecte el año 1973”, nos contó.
Y el segundo, siendo funcionario estatal, encontró una poza de 3 metros de ancho por 10 de largo. “Era una poza muy grande cerca al aeropuerto”, señala.
Estos testimonios revelan, por primera vez, que Huamanga es una zona donde se procesaba PBC en los años iniciales de la década de los 70 y se prolongó hasta los primeros años de los 80. Posteriormente, cuando se intervino la poza de maceración cerca al aeropuerto, se dejó de procesar en esta ciudad. El procesamiento se concentró en el VRAE: Así, los primeros narcotraficantes huamanguinos surgieron en la década del 70..
En segundo lugar, subsecuentemente a lo señalado, en la ciudad de Huamanga no solo hay jóvenes “mochileros” o cargachos, ni pequeños y medianos patrones de firmas que lavan activos del tráfico ilícito de drogas en varios distritos urbanos de esta provincia, sino que existen verdaderos narcocapitalistas o narcoburgueses. Evidentemente, estos se forjaron en los años 80 y 90.
Efectivamente, nuestras fuentes nos han permitido identificar entre cuatro a cinco narcoempresarios que tienen grandes empresas que se mueven, principalmente, en el mundo de la construcción y servicios. Flotas de tráileres, de tractores (que fluctúan entre 30 a 50 en algunos casos), de cargadores frontales, de camionetas del año e innumerables propiedades, grifos y empresas de transporte.
Es más, esto narcoempresarios que han logrado trascender a Huamanga y proveen de servicios a grandes empresas nacionales u obtienen importantes contratos en Lima y otras regiones del país. Estos narcocapitalistas o narcoburgueses huamanguinos, y de otras provincias de Ayacucho, operan con total impunidad. No existe, más allá de algunos casos excepciones, investigaciones de lavado de activos en contra de ellos. Por esa razón, estos patrones de firmas de envergadura nacional se presentas como empresarios emergentes y exitosos. Son narcos que se ocultan como empresarios legales.
Eso quiere decir que el lavado de activos procedente del tráfico de drogas -¡¡De que otra actividad ilícita se puede lavar activos en Ayacucho¡¡- es un proceso que permea el tejido social y económico de Huamanga y otras zonas de Ayacucho (Huanta, San Miguel, Tambo y el mismo VRAE). Existe, pues, una economía «narcotizada» a niveles no que no se conocía. Eso está indisolublemente ligado al tráfico de drogas por Huamanga, la misma que -según una fuente oficial- se ha intensificado. «Todo es tráfico en Huamanga», dijo
En tercer lugar, una manifestación clara del lavado de activos es la aparición como hongos de «cooperativas» y «cajas de préstamos» de dinero en una calle céntrica de la ciudad. Se calcula, según todas las fuentes consultadas, que existirían unas 40 «cooperativas». La mayoría de estas «cooperativas» y, también, «cajas municipales», se encuentran principalmente en una calle que -desde los 70- la llaman «pichiThouars”
Definitivamente, que el surgimiento como hongos de estas «cooperativas», más allá de las cuatro que se conocía, ha sorprendido a la mayoría de huamanguinos y fuertes sospechas que estas estén sirviendo para lavar activos provenientes de la droga. Si bien estas «cooperativas» tienen el nombre de «ahorro y crédito», sin embargo, combinan la entrega de préstamos con bajos intereses y el ahorro a plazo fijo con altísimos intereses. Esa es una modalidad típica de los lavadores de activos del tráfico de drogas.
En cuarto lugar, conversando con jóvenes taxistas de la ciudad Huamanga, constatamos que la mayoría de ellos tienen carros nuevos que lo utilizan para hacer taxi en la ciudad. Lo primero que les decía era: “qué bonito tu carro, es nuevo”. A lo que ellos, contestaban: «si es nuevo». ¿Lo compraste al cash? le pregunte. Y, todos contestaron: si, lo compre al contado». ¿Puede un joven cuyas edades fluctúan entre los 23 y 25 años tener dinero para comprarse un Yaris?
Obviamente, la respuesta es negativa. Menos de jóvenes que no terminaron sus estudios secundarios o primarios. Un joven taxista del Cusco nos dio la respuesta: «la mayoría ha comprado su carro después de dedicarse a traquetear». ¿Qué significa eso? Que han sido mochileros o cargachos de droga. Así, una gran parte de los taxistas de Huamanga se ha comprado su carro producto del tráfico de drogas. Muy pocos lo han obtenido a través de crédito o ahorros.
Esos son los elementos que caracterizan al narcotráfico y lavado de activos en la ciudad de Huamanga, la capital de Ayacucho. Después de esta rapida aproximacion a esos rasgos del narcotráfico ayacuchano, se puede afirmar decir que la economía del narcotráfico mueve a esta ciudad. Es una economía narcotizada. Sin embargo, más allá de algunos periodistas, nadie habla de esta economía criminal ni del lavado de activos. Actúan como si no existiera.