Politólogo Lincoln Onofre
El resultado de la segunda vuelta de estas elecciones presidenciales refleja el comportamiento electoral del ciudadano. Sus demandas, aspiraciones y tendencias ideológicas son puestas a prueba, más aún cuando las opciones se restringen a dos candidatos.
Mi hipótesis es que el elector ayacuchano tiene preferencia por los discursos populistas, radicales y personalistas o caudillistas; sin importar el origen ideológico, partidario o histórico. En las siguientes líneas expongo –brevemente- las razones que me llevan a esta conclusión.
Durante la primera vuelta, Verónica Mendoza, candidata del Frente Amplio, ubicada ideológicamente a la izquierda, lideró en todas las provincias (excepto en Lucanas) con cifras muy ventajosas respecto a la candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, candidata de populista y de derecha. Hasta entonces parecía que el discurso antifujimorista era marcado en nuestra región; los resultados de la segunda vuelta desmienten en parte ese supuesto. Además, en el caso de PPK, los resultados fueron ínfimos; en promedio alrededor del 3.5%. Verónica Mendoza y Keiko Fujimori concentraban más del 80% de los votos; ello se explica en sus discursos de cambios radicales.
La segunda vuelta se definiría entre dos candidatos de derecha: un técnico y una política. Mientras que PPK garantizaba una continuidad del establishment y la institucionalidad (sin mayores aportes sustanciales); Keiko apelaba al populismo y los cambios (o la vuelta) a un pasado autoritario y caudillista – personalista.
Los resultados reflejan que mientras que PPK lograba, en el mejor de los casos, una ventaja de 17% (Cangallo); en seis de las once provincias ganaba el Fujimorismo con diferencias sustanciales de hasta 33% (La Mar). Estos votos que favorecieron a Keiko Fujimori provienen principalmente de aquellos que votaron el cinco de abril por Verónica Mendoza; este hecho evidencia que no contamos con un voto ideológico – partidario sino mas bien vinculado a las propuestas populistas de un líder o figura política. Reafirmo este argumento en los resultados de las elecciones regionales y locales pasadas sobre el cual escribí en un artículo anterior.
Por último, en estas semanas se evidenciaron vínculos entre el Fujimorismo y la corrupción, el narcotráfico, el lavado de activos, la informalidad y la delincuencia organizada; pero ello no fue suficiente para frenar el avance de la agrupación de Fuerza Popular. ¿Cómo entender el doble discurso entre lo que consideramos nuestros principales problemas sociales y nuestra complacencia a estos actos?
Hasta el momento parece que Kuczynski es el nuevo presidente por un ajustado margen; pero el escenario no es favorable a las aspiraciones que nuestra región requiere; las pequeñas alianzas ahora querrán su cuota de poder y eso los enfrentará en los próximos años. Por otro lado, muchos dirigentes, entre ellos Ernesto Molina, sugieren que el valor de PPK es ser técnico y no político. Esta percepción es tan errónea como creer que el próspero empresario podría conducir con la misma fortuna un cargo público; y de eso ya tenemos experiencias fallidas en nuestros municipios y gobiernos regionales.