Por Germán Vargas Farías
“Yo tengo calle” ha dicho el congresista Mauricio Mulder, para justificar la mentada de madre que descargó contra otro congresista, Santiago Gastañadui, durante la sesión de la Comisión de Fiscalización del Congreso de la República realizada anteayer.
El bochornoso incidente protagonizado por los referidos legisladores, contó con otros actores y actrices de reparto entre quienes destacó Lourdes Alcorta, una señora que estudió publicidad y marketing, luego fue asesora de Prensa e Imagen del Partido Popular Cristiano, y desde que llegó al Congreso es una exaltada derrochadora de la magra reputación que le queda (no a ella sino al primer poder del Estado).
Mulder, Gastañadui y Alcorta son solo tres exponentes de los políticos con calle que tenemos en nuestro país. Hay algunos como el primero que alardea de eso, mañoso con la “boquilla” pero que se conforma y es feliz “madrugando” a colegas, a veces más mediocres que él mismo. Otros, más avezados, llegan a ser presidentes, y tanta calle creen tener que quieren volver a serlo.
Por lo general, se entiende tener calle como ser vivo, criollo, despierto. Es lo contrario a ser quedado, tonto y gil. Tener calle es equivalente a tener esquina, y su significado en países como el nuestro y Argentina se asocia a picardía. Sin embargo, y es evidente en casos como el de Mulder, se confunde con grosería.
Tener calle, enunciada como cualidad, es tener experiencia, manejo, aplomo. Tienen calle las personas que salen de su burbuja, que no pierden contacto con la realidad, la gente que entiende a la gente.
Un político que se encierra o toma distancia, que desdeña los principios, que olvida sus promesas, o es presto para la ofensa, ¿tiene calle?. Un ciudadano, o ciudadana, que tolera esos desplantes, se resigna ante el abuso, y hasta vota por aquél, ¿tiene calle?
Recuerdo haber leído un artículo de Jorge Bruce donde dice que tener calle se ha convertido en una exigencia indispensable para la supervivencia. Concuerdo con eso y creo que nos falta calle. Para que no nos mienten la madre o pretendan hacernos callar, para que no nos roben y traicionen, y para resistir y no conformarnos. Parece que es tiempo de volver a la calle.