Hay quienes consideran que la mejor salida a esta crisis es la salida de PPK, por renuncia o vacancia y se convoque a nuevas elecciones. Que este deseo surja de los ciudadanos es comprensible, hay una indignación generalizada. Pero promover este escenario desde los partidos u organizaciones civiles me parece cuanto menos, inapropiado e irresponsable.
Vemos como el legislativo hace uso de su poder para deshacer las instituciones y encargar el destino de instituciones autónomos como la Defensoría del Pueblo, el BCR, el Tribunal Constitucional a representantes que responden a los intereses de un grupo político; y es que hay investigaciones a los últimos presidentes, candidatos, entre ellos, Keiko Fujimori, vinculados con el caso Odebrecht. La consigna es bloquear esta investigación y, para calmar la indignación social, responsabilizar de todo solo a un sector, ese sector tiene nombre y apellido: la izquierda.
¿Que se vayan todos? ¿Nuevas elecciones? es un anhelo que comparto, sin embargo, las reglas de juego solo favorece al grupo que hoy domina el parlamento. Es más, he pensado que la renuncia absoluta de los demás partidos en el parlamento y hasta del ejecutivo podría ser una buena alternativa; de este modo, sería dejarle todo el poder a Fuerza Popular; en esa línea, ese poder omnipresente se vuelve inestable y los obligaría a convocar a elecciones (una situación similar sucedió en el 2001 y agudizó la crisis de la cual Alberto Fujimori terminó huyendo). Sin embargo, en ese ideal, con nuevas elecciones limpias, el fujimorismo no tendría un contrincante fuerte y se haría del poder con total legitimidad e implantaría este estilo de gobierno que hoy protestamos. En la actualidad, no existe un partido político o caudillo suficientemente fuerte que pueda dar la batalla.
Considero que lo más sensato y urgente tiene -al menos- dos caminos. El primero, ser vigilantes a las decisiones que tome el ejecutivo, presionando lo suficiente para que no cometa más desaciertos y dejando hacer lo necesario para que no renuncie; es decir, cargar con este lastre hasta que el presidente culmine su mandato. Al mismo tiempo, es necesario fortalecer los movimientos regionales y nacionales de tal suerte que participen y copen la mayor cantidad de municipios y gobiernos regionales posibles; tener una gestión responsable que demuestre con hechos, que hay una opción alterna para las elecciones generales del 2021.
Hay un esfuerzo necesario de dejar las micro banderas políticas y establecer alianzas que permitan dar la batalla bajo plataformas o propuestas claras; de lo contrario, la crisis de hoy se mantendrá por algunos quinquenios más. No es una batalla solo contra Alberto Fujimori, sino contra este modelo de gobierno ligado a la corrupción, la burla a las instituciones y a los derechos humanos que él y su partido representan.